Las palabras surgen de mis cuerdas vocales, como una ametralladora cargada de balas fulminantes, pero es sorprendente ver como el silencio ni siquiera se inmuta con mi insignificante presencia, soy irrelevante; pues tiene mejoras detalles que atender. Prestarme un poco de atención no esta en su agenda, primero tiene que hacerle una visita al puñal de la franqueza. Después de un largo rato de espera en la recepción de los lamentos, el silencio me ha dicho: Tengo que ir a jugar fútbol... Y ahora me ahogo con mis palabras, sin que exista un receptor.
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